Sofonías es un profeta del reinado
de Josías, y Josías es una paradoja en el plan histórico de Dios. Después de
los tristes años de decadencia religiosa bajo el reinado de Manasés (698-643),
Josías es el gran restaurador y continuador de las reformas religiosas de su
bisabuelo Ezequías. Luchó eficazmente contra nigromantes y adivinos, proscribió
el culto en santuarios locales para centralizarlo exclusivamente en Jerusalén,
desarraigó los restos de la idolatría, luchó contra el influjo asirio, promovió
con su ejemplo una nueva observancia religiosa, logró ensanchar el reino hacia
el norte, en territorio del destruido reino de Israel. Según la doctrina común,
semejante rey tenía todas las garantías para asegurar la prosperidad suya y de
su reino. Pero ¿qué sucedió? Que el rey, intentando detener las tropas del
Faraón que corrían en auxilio de Asiria, fue muerto en combate junto a Meguido;
el pueblo, escandalizado por aquel aparente abandono de Dios, volvió a los
pecados religiosos, al sincretismo pagano. Estaba a poca distancia de la
catástrofe.
Sofonías colaboró con Josías
(640-609), denunciando las costumbres extranjeras, y predijo la destrucción de
Nínive. Sintió acercarse la gran catástrofe sobre Jerusalén, el gran «día de la
cólera", dies irae. Pero concluye, como otros profetas, con una profecía
de esperanza. Como poeta, es menos personal, recoge motivos de la tradición
profética y los compone con el procedimiento de la enumeración. Sofonías vive a
la sombra de su gran contemporáneo Jeremías.
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